Taller de entrevista con consultantes con conductas suicidas (eccs)

El suicidio y las conductas suicidas son una de las principales causas de muerte y lesiones a nivel mundial. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) fallecen por suicidio más de 700.000 personas, lo que representa una tasa de 10,5 cada 100.000 habitantes, siendo la segunda causa de muerte en el que va desde los 15 a los 24 años. Esta cifra, si bien es alarmante, refleja sólo una parte del problema. Se estima que por cada suicidio se producen hasta 33 intentos, y que la prevalencia de intentos de suicidio a lo largo de la vida es de aproximadamente 2,7%. La magnitud del problema es mayor al analizar la prevalencia de ideación suicida en la población general, que se estima en 8,3% en la región de Latinoamérica y 9,2% a nivel global. El suicido de un individuo repercute a nivel socio-familiar ya que por cada adulto que muere por suicidio, otras 6 personas del entorno sufren un intenso duelo. Cerca de 50-500 millones de personas son profundamente afectadas por el suicidio o intento de suicidio de un familiar, desarrollando diversos trastornos psicopatológicos. Además del impacto psicosocial, la conducta suicida implica un costo económico elevado para el sistema de salud. En conjunto, todos estos datos marcan la dimensión que tienen el suicidio y la conducta suicida como problemas de Salud Pública y sanitaria a nivel mundial..

El suicidio y las conductas suicidas se pueden prevenir a través de diferentes estrategias; dentro de estas, la más efectivas para el manejo de individuos que están atravesando una crisis suicida son aquellas intervenciones psicológicas basadas en las terapias de base cognitivo conductual entre las que se encuentra la Terapia Dialéctico Comportamental (Dialectical Behavioural Therapy – DBT). El hecho de tener un protocolo de suicidio, el L-RAMP (Protocolo de Evaluación y Manejo de Riesgo de Linehan, L-RAMP), en el cuerpo central del tratamiento es el factor más decisivo de los programas de DBT. De hecho, es una de las únicas terapias que posee uno dentro del programa.

La detección temprana y el tratamiento es lo mejor que podemos hacer para prevenir el suicidio y la conducta suicida. Intervenciones preventivas basadas en la evidencia son necesarias. El aprendizaje de estrategias para el manejo de las crisis suicidas es de fundamental importancia. Conocer un protocolo que guíe nuestra práctica a la hora de abordar personas con ideación suicida mejora nuestra práctica y eficacia, y sobre todo, salva vidas. Por otro lado, para poder prevenir el suicidio y las conductas relacionadas de manera efectiva es fundamental que los profesionales de la salud mental puedan identificar los diferentes aspectos de este problema complejo.

La falta de entrenamiento formal y universitario en clínica, evaluación y manejo de la conducta suicida de los profesionales de la salud mental de España y Latinoamérica hace fundamental la propuesta de este entrenamiento. El propósito del entrenamiento es introducir a los alumnos en el estudio de la conducta suicida, así como entrenarlos en un protocolo (L-RAMP) para asistir personas con ideas de suicidio, aumentando sus competencias en la gestión del riesgo agudo de suicidio